Te la cuento aquí
Te levantas con la espalda tensa. Pasas horas sentado frente al ordenador y, a media mañana, ya notas esa punzada incómoda en la zona lumbar. Intentas estirarte, moverte un poco, pero el alivio dura lo que tarda en volver la tensión.
Te han dicho que es normal. Que descanses, que tomes antiinflamatorios, que hagas yoga. Pero si todo eso funcionara, no estarías aquí leyendo esto.
El dolor de espalda no es el problema. Es el síntoma. Una señal de que algo en tu cuerpo no está funcionando bien. Y si no lo atiendes de la manera correcta, seguirá ahí.

el enemigo REAL NO ES EL DOLOR, ES LA INACTIVIDAD
Si tu espalda duele, no es por mala suerte. Es porque los músculos que deberían sostener tu columna han dejado de hacer su trabajo. Es como en una oficina donde unos pocos empleados cargan con todo mientras los demás no hacen nada: al final, los que trabajan acaban agotados, quemados y quejándose.
Lo mismo pasa en tu cuerpo. Si ciertos músculos dejan de activarse, otros tienen que hacer el doble de esfuerzo. ¿El resultado? Sobrecarga, tensión y, tarde o temprano, dolor.
Y aquí viene la parte clave: esto no se soluciona con reposo, sino con movimiento. Pero no cualquier movimiento.

EJERCICIO SÍ, PERO CON CABEZA
Vamos a desmontar algunos mitos:
❌ «El yoga, el pilates o la natación son mágicos para la espalda»
No siempre. A algunos les funciona, a otros les empeora. Depende de tu caso, de cómo te mueves y de lo que realmente necesitas.
✅ «Ganar fuerza es la clave»
Sí, pero no a lo loco. No se trata solo de levantar más peso, sino de aprender a usar bien la fuerza. Tener más músculo sin control es como conducir un coche potente sin saber manejarlo: si pisas el acelerador sin control, acabarás fuera de la carretera.
Si no aprendes a activar los músculos adecuados, otros tendrán que compensar por ellos. Y ahí empieza el círculo vicioso del dolor.
El dolor no significa que debas parar
El dolor no es una señal de que debas quedarte quieto. Es información. Si un movimiento duele, algo no está funcionando bien, pero eso no significa que debas evitarlo. Al contrario, necesitas aprender a moverte mejor.
Piensa en la primera vez que hiciste ejercicio después de mucho tiempo. Los primeros días te dolían músculos que ni sabías que existían. Pero no porque estuvieras haciéndolo mal, sino porque tu cuerpo se estaba adaptando.
Con la espalda ocurre lo mismo. Si evitas moverte por miedo al dolor, nunca le das la oportunidad de fortalecerse y recuperarse.

La clave que muchos ignoran: calentar bien
El calentamiento es la parte más infravalorada del entrenamiento. Es ese paso que muchos se saltan porque “no tienen tiempo” o porque creen que no es necesario.
Pero aquí está la realidad: si no calientas bien, estás preparando el terreno para el dolor.
Calentar no es solo un trámite antes del ejercicio. Es el momento en el que activas los músculos correctos y te aseguras de que, al moverte, no sigas sobrecargando los mismos de siempre.
Es la diferencia entre construir una casa sobre cimientos sólidos o levantarla en arena.
No se trata de aguantar, se trata de cambiar
Si llevas tiempo buscando soluciones sin éxito, es momento de hacer algo diferente.
Nosotros trabajamos con un método basado en la personalización y la evidencia científica para que aprendas a moverte bien y elimines el dolor desde la raíz.
Si quieres descubrir cómo podemos ayudarte, escríbenos. Analizaremos tu caso y te daremos una estrategia adaptada a ti.

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